Hilda Lopez

Los ’60

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Una década intensa

 
Los comienzos de Hilda López, a los 37 años, destacan una madurez asombrosa, consecuencia de un trabajo metódico y prolongado. Las reseñas coinciden en el impacto de un surgimiento en pleno control del ofi cio, en la potencia expresiva, la singularidad del temperamento pictórico. Su pintura pasará por distintas etapas, que en más de treinta años no serán numerosas, procesadas a distancias a veces importantes en el tiempo. Con dos períodos de actividad más frecuente, el que va del 59 al 69, y el que se inicia en 1977, con una serie de dibujos de 1969 como bisagra. Distintas formulaciones, distintas técnicas y herramientas, acompasándose a tiempos personales y colectivos.
Mantiene en la variedad de sus búsquedas una fi delidad constante a su voluntad de traducir una concepción personal del espacio pictórico. Su obra es heredera y también parte activa en la defi nición de un espacio pictórico específi co, un espaciosensación de múltiples resonancias, en la elaboración de un nuevo concepto del fenómeno pictórico como realidad espacial, que ha sido un aporte del arte del siglo veinte. Su pintura tiene como hilo conductor la presencia de esta problemática del espacio, un espacio estático inicial, severamente defi nido en el manejo de planos de sus Calles y Puertos; pluridimensional, dinámico, por momentos vibrante o laberíntico, en las etapas de blancos y negros, en sus dibujos de diversas épocas, para llegar a la contención espacial de las series referidas a Nuestra Gente, en las que con medidos recursos-leves, variantes cromáticas, una línea-alcanza grados extremos de condensación expresiva. Dirá entonces: ìSé que quiero un máximo de expresión en una gran quietud. El choque de ambos que produzca la tensión a establecerse“.Este tránsito de los 60 puede resumirse en ese trabajoso proceso de entendimiento con el espacio.

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