Ignacio Iturria

Juguetes y pinturas

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Ignacio Iturria Juguetes y pinturas
La primera idea que me vino al ver esta exposición de Iturria fue la invitación que me hizo a que visitara su estudio. Hace muchos años cuando nos conocimos, me dijo si no quería “ir a jugar a los soldaditos” con él. No era un acto menor, así lo entendí. Era una invitación al diálogo y a conocer un aspecto esencial de la obra y de la afectuosa humanidad de Ignacio. Para él, pintar, conversar, contarnos cosas, recordar historias e imaginar futuros era un modo de ejercer la amistad y, de un modo muy especial, de pintar. La dimensión lúdica de su obra se relaciona con la libertad, con el humor y también con la imaginación.
Una imaginación que está marcada por recuerdos de infancia, por la figura de su padre, por la pasión por el fútbol, por la alegría del juego. Un juego que lo lleva a conversar con artistas como Torres García, Figari, Saéz, Gustón, Picasso pero también con la pequeña Lulú o con Toby con animales de plástico o soldaditosde plomo, con el color y la estructura, con la materia y el espacio. Muchas veces, cuando prepara la tela -rodeado en su estudio de muñequitos o de figuras de los comics como Tribilín- el soporte -tela, cartón, piedra, baldoza, papel, alambre o madera- es un espacio libre, informalista, que abre un campo de juego. Por eso, en ocasiones, el espacio termina transformándose en una mesa o en un mueble o en un edificio o en una serie de cajas. Esa parte del proceso es lo que ha caracterizado sus obras, pero ahora sin abandonar lo hecho -porque Iturria vuelve como en una espiral sobre etapas anteriores siempre agregando una novedad o un punto de inflexión-; ahora ese soporte inicial se ha liberado de toda estructura previa y ha alcanzado una libertad donde su mundo, sus personajes, sus juguetes y sus diálogos con la historia de la pintura -nacional e internacional- invade el espacio con una alegría y un colorido especial.

Prensa

Artista

José Gurvich
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