José Castro

Maderas con historias

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Árbol aluvional:
José Castro y la imaginería del inmigrante
Pertenece, al igual que Salustiano Pintos (Yerbal Patos, Brasil 1905- Montevideo, 1975) y Wilfredo Díaz Valdéz (Treinta y tres, 1932), al reducido grupo de artistas uruguayos de excelencia que se acercaron a la escultura en madera de forma autodidacta (pero con un manejo previo de ofi cios relacionados). El universo simbólico de “Pepe” Castro, sin embargo, dista de estos precedentes porque parte de un contexto social y de una visión del mundo diferentes.
José Castro nació en Bueu, una pequeña localidad en la provincia de Pontevedra (Galicia, España) conocida por sus actividades de pesca y marisqueo. El año de su nacimiento, 1939, coincide con el fi n de la guerra civil española y el inicio la Segunda Guerra Mundial. José proviene de una familia de carpinteros: continúa la vocación de su padre y acompaña la de su hermano. Conserva incluso un hacha que hizo su abuelo paterno de la época en que todo el mundo se confeccionaba sus propias herramientas. Hacia 1946, con 17 años, debió emigrar para radicarse en Montevideo (en barco, como tantos europeos acosados por la pobreza) y desde entonces trabajó en ebanistería, confeccionando muebles de calidad. Se dedicó especialmente la fabricación de sillas: le mostraban los modelos importados de Europa y él los reproducía con lujo de detalles. Fue difícil ganarse la vida como inmigrante pero el país lo recibió en un momento de prosperidad. En aquella época solía darse el gusto de comprar hasta tres diarios por día para seguir con fruición las tiras cómicas, y recuerda aún vivamente los lujosos carnavales: dos hechos que resultarán signifi cativos a la hora de analizar su ulterior desarrollo artístico. Trabajó en el ofi cio hasta la crisis del año 2002, cuando las carpinterías más importantes quebraron.

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