José Gurvich

Un viaje por sus mundos

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José Gurvich
Un viaje por sus mundos
Recorrer la obra de Gurvich es girar en un mundo poético-plástico de infinitas proyecciones, de personalísimos signos y símbolos. Allí caben la pareja, los trabajos, el Cerro, el Kibutz, Nueva York, las ceremonias judías y los temas bíblicos, los actos de la vida todos, sensuales o trascendentes, los mitos y los ritos, la búsqueda de las formas y el placer espacio-temporal de sus espirales.

La babel de este pintor oceánico, la extrae de su profunda vida interior, de su soledad comunicada. En 1957 comienza un cuaderno de notas, precedido de este dibujo que quintaesencia su Cerro, y afirma: «estoy en la más completa soledad, solo quiero testimoniar estas cosas del alma». Esta soledad trasciende en una inmensa necesidad de comunicarse, de dar esa intimidad que lo conmueve. «Quiero cantar el mundo con la alegría y la pureza del niño».


Su trascendencia está pautada de mil recuerdos que reaparecen. «Recuerdo en el largo camino que me lleva a mi infancia cueros con olor a caballos y un penetrante olor de aromos… Mi corazón hoy recorre antiguas huellas de amor… finísima lluvia… y el mar resuena en mis oídos en un misterioso ritmo de respiración universal y quiero al unísono fundirme en esta armonía, y sin embargo, frente a esta alegría mi corazón ¿por qué se angustia? ¿por qué?».


Paralelamente, está presente el mundo cotidiano del Cerro, con sus vecinos, con sus sonidos e imágenes. Es casi la contrapartida de la infancia perdida, y a la vez recuperada en el espacio del cuadro. El tiempo pasado y presente en manos de Gurvich se funden en un único tiempo, el tiempo del mito.»La paz de mi cuarto blanquísimo y la guerra de mis entrañas». Esta polaridad está unida a un salir adelante por el trabajo. Gurvich es un obrero del arte y el Cerro proletario su residencia natural.


Es en la rica y universal visión de Torres García que encuentra Gurvich el gran maestro y nos dice: «Torres nos trajo una idea de ESTRUCTURA y muchos valores de la TRADICIÓN que depositó en nosotros, con aquella generosidad que su alma hasta hoy nos infunde». Esta tradición que muestra Torres, es la «tradición verdadera, no el testimonio de un pasado muerto, es una fuerza viva que anima e informa el presente.Su soledad no lo deja aislado, Gurvich se vuelca al Taller Torres García. Afirma con Torres que en la base de cualquier creación plástica, es necesaria la voluntad de situarse en lo abstracto con el objetivo de dar forma espiritual a lo concreto. Con esa abstracción, comienza la voluntad de crear con elementos plásticos un hecho de vida, una verdadera vida… «¿Qué sería en el arte de la pintura lo poético?: lo profundamente abstracto apresado en materia plástica».


Si bien es importante la formación en el Taller Torres García, para estructurar su pintura, Gurvich aporta firmemente un lenguaje personalísimo acorde con ese poderoso mundo que lo conmueve y se transforma en un gran creador con plena independencia. «He roto casi todas las reglas aprendidas para encontrar el espacio infinito y libre».


Voluntad de trascendencia y de un lenguaje universal en el que el misticismo judaico es un elemento esencial. Dueño del color y de la forma, con climas porsu sensualidad en el pequeño trazo o en el tono. Cada cuadro es una ventana a lo imaginario, no de imitación de realidades, porque para él en pintura «todo gira y se mueve al compás de un ritmo interior y todo se coloca en el espacioarbitrariamente según la necesidad de vida plástica». La grandeza de su obra está ahí, ahora sólo corresponde que la conozcamos cada vez mejor para disfrutar con libertad su inagotable fantasía creadora.

 

Jorge Castillo, 1987

Texto del catálogo José Gurvich Un viaje por sus mundos

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José Gurvich
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