Marcelo Legrand, Eduardo Cardozo

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Marcelo Legrand
Músicas visuales
El breve poema pertenece al cubano Alex Fleites y se llama «No fi gurativo». Defi ne de manera simple y certera de qué se trata el arte del mismo nombre, en ocasiones llamado arte abstracto. En esa discutible cuestión de etiquetas, resulta más sensato referir a formas no-fi gurativas que a la laxitud de lo abstracto. Vale recordar que toda obra de arte es abstracta en tanto representación y toda obra de arte es realidad pura en tanto presentación. De todos modos, el término abstracto es simplifi cación frecuente y, por uso reiterado, una nomenclatura tolerada.
Para algunos, sobre todo para teóricos de arte sumisos a las veleidades del mercado, a las modas del mercado, el arte abstracto ha perdido vigencia. Son tiempos de novelerías renovables, del hallazgo por el hallazgo, de refritos aburridos vendidos como originales. Quien escribe cree que la no-fi guración uruguaya, el resto de propuestas latinoamericanas fue abortada de manera violenta por causas históricas muy concretas. La no-fi guración vive su momento de apogeo a fi nes de los ’50 y en buena parte de la década siguiente. Nace a impulsos del expresionismo abstracto norteamericano, del informalismo matérico español, de la abstracción lírica francesa. Apenas intentaba esbozar rasgos propios, anunciar muy ricas posibilidades exploratorias, surge una brusca, auto-elegida clausura. De alguna manera, se decidió un abandono en favor de acentos críticos, de denuncia, de introspección poética. En Uruguay pueden encontrarse dos casos paradigmáticos: Manuel Espínola Gómez e Hilda López. Sin embargo, de tanto en tanto, en vertientes renovadas o en retornos creativos, en cruces con otros modos narrativos, diversas formas de no-fi guración surgen inesperadamente. En algunos casos como, por ejemplo, Marcelo Legrand, con estimables registros.
Eduardo Cardozo
Eduardo Cardozo, pintor emergente en la década de los ochenta, es también diseñador gráfi co, grabador, escultor y ha realizado intervenciones efímeras en el espacio urbano. Actualmente se halla abocado a una etapa de refl exión meticulosa en torno a los recursos y a los problemas sin solución de la pintura, retomando la representación de un “espacio mental” ya bastante transitado en la agenda del arte moderno, pero revisitado ahora desde una perspectiva que no es la de la parodia posmoderna, sino la de un atento escucha de las reverberaciones que han quedado latentes en la obra de Klee, Picabia, Kandinsky, Hans Arp.
La serie de obras seleccionadas corresponde a estas investigaciones. En ellas el espacio pictórico está marcado por el “tempo” de la técnica manual, del que da testimonio el gesto tembloroso y lento de las líneas de pincel, o los frecuentes vacíos e interrupciones del discurso visual. Por otra parte, Cardozo confía en una endogénesis de la pintura en la que interviene el azar. Pero no el azar a la manera surrealista, y tampoco a la manera del “action painting”; es un azar en el que se funden a través de un lapso, hasta cierto punto incontrolable, la pintura y su soporte. El resultado no es “pintura sobre tela”, sino pintura “a través” de la tela, de modo que ésta deja de ser -como concepto- un soporte, para transformarse en el propio cuerpo de la pintura.

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